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ISSN: 2938-5857

Del saber al saber hacer: aprendizaje activo en los proyectos en grupo

Autora: Natalia Valencia (Loyola University Chicago)

Imagina la situación. Acabas de anunciar que al finalizar el capítulo habrá un trabajo en grupo. ¿Cómo reaccionan tus estudiantes? ¿Con entusiasmo? ¿Ilusión? ¿Preocupación? ¿Frustración? ¿Con sentimientos contradictorios? Los proyectos en grupo buscan potenciar el lenguaje interpersonal (= la interacción activa entre los estudiantes en la producción y comprensión del idioma) y la capacidad lingüística oral y/o escrita de los estudiantes, pero muchas veces son recibidos con resistencia.

Como profesores es inevitable cuestionarnos de dónde proviene ese sentimiento. Sería fácil asumir que el desagrado por los proyectos en grupo 1 es simplemente un rechazo generalizado del trabajo cooperativo. Sin embargo, muchas veces los estudiantes le temen a este tipo de actividad porque les cuesta trabajo aplicar el conocimiento adquirido (la comprensión literal del material de aprendizaje) en un trabajo auténtico, creativo e informativo. Es decir, los estudiantes no siempre saben qué hacer, por lo cual es un error asumir que el acercamiento al proyecto en grupo es intuitivo.

¿Qué podemos hacer como profesores para atar los cabos, para lograr esa conexión entre el saber y el saber hacer? Una estrategia es facilitar el aprendizaje activo en clase. El aprendizaje activo implica que el estudiante tiene que estar consciente de qué está haciendo y de por qué lo está haciendo. El profesor debe asegurarse de que haya una integración clara y visible para el estudiante entre los objetivos que quiere conseguir, los contenidos necesarios para ello, el proceso creativo que va a diseñar para alcanzar esos objetivos, y las destrezas y estrategias que se incorporarán en el camino. En el aprendizaje activo el estudiante aprende tanto al aplicar su conocimiento como al reflexionar sobre la práctica realizada.

El aprendizaje activo implica que el estudiante tiene que estar consciente de qué está haciendo y de por qué lo está haciendo

A manera de ejemplo, consideremos el proyecto “Una campaña de concientización” del Capítulo 5 de Proyectos 2 (p. 134), donde se les pide a los estudiantes que creen “una campaña de concientización sobre un problema urgente de nuestro entorno”.

PUNTO DE PARTIDA: CÓMO VAMOS A EVALUAR EL PROYECTO

¿Qué es lo que intentamos lograr con el proyecto en grupo? Todo lo que hacemos en relación a y como parte de un proyecto debe tener un propósito, y este propósito debe estar claramente definido. Para que la actividad gane relevancia y coherencia, los estudiantes deben estar conscientes de cómo se alinean los objetivos con el proceso de planificación y ejecución de la actividad. Esto es una práctica a tono con el enfoque pedagógico de diseño inverso o reverso (backward design) comúnmente utilizado en el diseño de currículo. Compartimos la estructura didáctica abiertamente para activar la participación eficaz del estudiante desde el comienzo y eliminar las dudas e incertidumbres sobre qué es lo que se espera de ellos.

Una forma simple y transparente de lograr esto es comenzar el proyecto con un diálogo sobre las expectativas. Proyectos 2  incluye un modelo de rúbrica de evaluación para el proyecto en grupo que destaca expectativas por categorías sin incluir puntuación. Este tipo de desglose es un modelo ideal para la presentación de las metas porque el énfasis está en los objetivos y no en la nota. Queremos mantener el enfoque siempre en el aprendizaje. La rúbrica es útil para destacar lo que podemos considerar el estándar general (= Cumple holgadamente las expectativas). A partir de este estándar, podemos iniciar una conversación sobre lo que supondría superar las expectativas o no cumplirlas en su totalidad. Lo que se busca es encaminar al estudiante hacia la actividad, fomentando a la reflexión y el análisis sobre el propósito de lo que se está por hacer.

ACTIVAR LAS IDEAS

Una vez lleguemos a un consenso sobre lo que entendemos por buena ejecución, toca guiar a los estudiantes a través del proceso de organización (el llamado brainstorming o lluvia de ideas) de tal forma que aprendan a negociar y crear ideas a partir de su propio conocimiento sobre los temas del capítulo. Es hora de activar el pensamiento crítico de una forma escalonada.

Las instrucciones en el libro dividen el proceso de preparación en dos pasos:

Paso A

En el primer paso es crucial dar tiempo y espacio a los estudiantes para que libre y espontáneamente establezcan conexiones. Esto puede variar en contenido: observaciones, vivencias, datos informativos, cuestionamientos, etc. Lo importante es no imponer en una primera instancia un tema en particular y permitir que el conocimiento del mundo de los estudiantes se deje ver. A mayor conciencia y conexión personal, mayor será su interés por el proyecto. La participación activa depende de captar la atención del grupo, y una forma de involucrar a los estudiantes es valorar su experiencia individual y darles la independencia de seleccionar un tema de interés para todos los miembros del grupo.

Un detalle útil que también ayuda en este proceso organizativo de trabajo en equipo es formar los grupos de trabajo mucho antes del proyecto para que exista de antemano una dinámica de grupo definida.

Paso B

Paso B

El segundo paso introduce una serie de preguntas guía para ayudar a concretar las ideas e impulsar el desarrollo del contenido de la campaña del grupo. Para algunos estudiantes estas preguntas generales pueden ser suficiente apoyo. Sin embargo, para muchos puede ser beneficioso hacer un diagrama visual que les ayude a definir más fácilmente las conexiones entre las preguntas y las respuestas. Puede ser útil, por ejemplo, organizar las preguntas bajo diferentes categorías y considerar cada categoría de forma independiente antes de lanzarse al diseño en sí de la campaña. Como se ha dicho desde el comienzo, el buen rendimiento depende de la capacidad del estudiante de comprender no solo el material, sino lo que debe hacer con él. El uso creativo de la información debe variar entre los grupos, (p.ej., el formato de las campañas puede ser diferente), pero el entendimiento de lo que hay que hacer debe ser consistente y compartido. 

Una estrategia para darle visibilidad a la interpretación de las preguntas es generar un mapa conceptual en clase. Como podemos observar en la imagen, esto es un ejercicio fácilmente adaptable que no requiere gran esfuerzo, pero que es sumamente estratégico y ventajoso. El mismo nos permite corroborar que la información haya llegado a todos y que todos los grupos estén bien encaminados. Nuevamente, la información proviene de los estudiantes. El profesor presenta el esquema y los estudiantes llenan los espacios.

DESPUÉS DEL PROYECTO

Después de la presentación en clase de las campañas, es importante regresar al punto de partida: las expectativas. ¿Se han logrado los objetivos? Al finalizar el proyecto, las expectativas se transforman en los criterios de evaluación. El aprendizaje activo en relación al proyecto en grupo debe incluir un ejercicio de autoevaluación y de retroalimentación. Los estudiantes deben poder describir, analizar y encontrarle sentido a la tarea realizada, de manera escrita u oral. Deben poder responder a tres preguntas fundamentales: ¿Qué hemos hecho? ¿Por qué lo hemos hecho? ¿Qué somos capaces de hacer ahora? La habilidad de articular una respuesta a estas preguntas no solo demuestra el aprendizaje significativo reforzado por el proyecto, sino que genera conexiones que se traducirán en una mejor participación en futuros proyectos.

IMAGINA LA SITUACIÓN: TOMA DOS

Tus estudiantes han completado su primer proyecto de forma exitosa y, como resultado, han ganado cuatro conocimientos fundamentales sobre los proyectos en clase.

  1. La estructura didáctica será compartida abiertamente desde un comienzo. 
  2. No estarán solos en el proceso creativo. 
  3. Siempre habrá espacios para preguntas. 
  4. La reflexión y no la ejecución es lo que finaliza el proyecto.

¿Cómo crees que responderán ahora tus estudiantes cuando anuncies el segundo proyecto? Los nervios son inevitables, pero como profesores podemos minimizar la ansiedad, las dudas y las frustraciones que sienten nuestros estudiantes sobre lo que hay que hacer y por qué deben hacerlo. Las estrategias de aprendizaje activo discutidas aquí pueden ser adaptadas para facilitar la toma de conciencia de las expectativas y del proceso creativo y de aprendizaje en cualquier contexto temático. Vale la pena integrarlas. ¡Inténtalo!

1 En este caso la definición de proyecto comparte muchas características con la definición de tarea final. Puede entenderse como una presentación en grupo que le ofrece al estudiante la oportunidad de proponer, negociar, crear y presentar un trabajo final en clase.

Actividades similares:

Si te ha gustado esta actividad, échales un vistazo a estas otras: 

  • Un debate sobre nuestro futuro, Proyectos 2, Capítulo 2, p. 64
  • Cómo es nuestra gestión del tiempo, Proyectos 2, Capítulo 3, p. 88
  • Aspectos positivos y negativos, Proyectos 2, Capítulo 9, p. 232

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