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ISSN: 2938-5857

Hacia el éxito en clase: participación e interacción auténticas

Autor: Héctor Ríos (Università di Cagliari) 

A lo largo de mis más de quince años como docente sigo comprobando la manera en que la participación representa una de las claves del éxito de muchas de las actividades que proponemos y no deja de sorprenderme el modo en que estas provocan interacción auténtica. Veamos, en primer lugar, qué entendemos por participación y qué factores debe tener una buena actividad para propiciarla.

Por participación entendemos la contribución de todos los y las participantes en favor del diseño, aplicación y evaluación de una actividad, e incluye diferentes niveles de involucración en la propuesta de ideas, toma de decisiones y realización de acciones por parte de los y las discentes, acciones que tienen como objetivo de grupo clase el logro de la tarea e incluso el liderazgo para conseguirlo. Asimismo es esencial para mantener altos niveles de uso de la lengua (emisión y recepción de textos auténticos y relacionados con la vida diaria).

Antes de mostrar un ejemplo práctico mediante una actividad concreta, me gustaría subrayar que para que una tarea (tanto posibilitadora como final) desarrolle el potencial participativo que la secuencia didáctica le otorga, es importante que esta tenga en cuenta, desde el principio, una serie de características esenciales para fomentar la participación. Para mí es fundamental:

  • Que una actividad bien diseñada tenga en cuenta los conocimientos previos de los y las estudiantes (básicamente, qué saben o qué tipo de experiencia previa poseen en relación con el argumento o tarea que la actividad plantea). Esto nos permite contextualizar la actividad con las vivencias experienciales y es esencial para motivar la participación y hacer que el grupo clase se sienta involucrado en el proceso que va a tener lugar en el aula.
  • Involucrar al resto de participantes mediante invitaciones indirectas. Una actividad exitosa, en cuanto a participación se refiere, debe involucrar a todos con el objetivo de contrastar ideas, ver si hay alguien más en la clase que piensa igual o tiene experiencias similares, o bien si se está de acuerdo o no. Para ello, es clave que la actividad de un manual tenga esto presente y esté visible en las instrucciones. Además, es fundamental para la creación de seguridad y de sensación de pertenencia al grupo clase.
  • Proporcionar instrucciones claras y sencillas. El éxito o fracaso y el grado de participación en una tarea depende en buena medida de la claridad de las instrucciones. El manual debe incluirlas de manera que sean siempre sencillas, breves y claras: qué vamos a hacer y cómo lo vamos a llevar a cabo.
  • La actividad debe estar dirigida hacia la comprensión, producción e interacción auténticas. En actividades donde hay una orientación clara hacia interacciones reales el grado de participación es cada vez mayor.
  • La tarea debe, asimismo, prestar más atención al significado que a la forma simulando lo máximo posible acciones que cumplimos en nuestra vida cotidiana y que son naturales de realizar.
  • Una tarea que fomente la participación tiene, por último, que facilitar el desarrollo de habilidades sociales dentro de la comunidad de aprendizaje o grupo clase.

Por participación entendemos la contribución de todos los y las participantes en favor del diseño, aplicación y evaluación de una actividad

Presentamos a continuación, y a modo de ejemplificación de propuesta exitosa en mis años de docencia, una tarea final extraída de Aula internacional Plus 1 (p. 96). Esta representa un modelo efectivo de participación activa en clase gracias al diseño de la secuencia didáctica y a la implementación propuesta.

Estamos ante una actividad que pretende recoger los recursos comunicativos, gramaticales y léxicos trabajados durante la unidad (hablar de hábitos, expresar frecuencia, presente de indicativo –verbos irregulares, reflexivos– mostrar concordancia o menos con lo que hace uno, secuenciación de acciones, días de la semana, horarios y partes del día).

Observamos ya desde el principio cómo las instrucciones tienen en consideración los conocimientos previos de los estudiantes mediante la invitación que se realiza a relacionar las imágenes de los premios con el significado de cada uno. Suelo aprovechar las indicaciones de la actividad para plantear preguntas como: ¿Qué es un premio?, ¿Habéis conseguido alguna vez uno? Es también un buen momento que aprovecho para hablar de mi propia experiencia, por qué no. Además, lanzo las siguientes preguntas para motivar la participación: ¿Quién pensáis que es la persona más empollona de la clase? ¿Qué significa empollona? ¿Qué hace una persona empollona? ¿Cómo se comporta? ¿Qué hábitos tiene? Estas últimas preguntas son esenciales para entrar en contacto con los objetivos lingüísticos que la tarea pretende trabajar. A partir de las indicaciones planteadas en el libro de texto podemos potenciar esta fase de indagación experiencial del grupo clase.

A continuación, podemos observar con atención que las instrucciones están orientadas a que los estudiantes contrasten ideas fomentando la sensación de pertenencia al grupo clase que indicábamos más arriba. En base a mi experiencia puedo decir que la claridad y sencillez de estas son clave para el éxito de esta tarea. El surgimiento de momentos cooperativos depende en gran medida de que la actividad transmita de manera simple y directa lo que hay que hacer: seleccionar un premio y entregárselo a otro integrante de la clase, tal y como podemos ver descrito en la imagen.

Para no limitar la elección a los 7 adjetivos de la clase, normalmente voy un poco más allá y utilizo los adjetivos que ya aparecen en el manual para que la clase intente añadir otros:

  • al / a la más vago/a
  • al / a la más empollón/a
  • al / a la más pelota
  • al / a la más tiquismiquis
  • al / a la más organizado/a
  • al / a la más detallista

Una vez que se ha decidido el premio a entregar, la actividad presenta e indica nuevamente de manera sencilla y directa las instrucciones para el siguiente paso de la secuencia didáctica:

Preparar cuatro o más preguntas para saber a quién vais a dar el premio.

Después haced las preguntas al resto de la clase.

Esta fase permite organizarnos para que el grupo clase responda al cuestionario. Es precisamente aquí, en mi experiencia, cuando está actividad tiene su punto álgido en cuanto a la participación se refiere. Representa un claro ejemplo de secuencia didáctica que implica toda la clase en la comprensión, producción e interacción en lengua extranjera.

Al prestar más atención al significado y a los procesos de interacción que a la forma, como decía al principio, estamos delante de una actividad comunicativa con un alto grado de participación en el que se representan algunas facetas de la vida cotidiana: preguntar para saber y comparar y, al final, decidir quién es la persona que más habilidades o competencias tiene para reconocer así su valía.

Por último, cada grupo o pareja se reúne y decide la persona a la que entregar el premio en función, claramente, de todas las respuestas recogidas durante el intercambio de cuestionarios.

La actividad representada en el manual Aula internacional Plus 1 es un claro ejemplo de cómo las habilidades sociales de participación dentro de una comunidad (saber escuchar, preguntar, pedir aclaraciones, argumentar, contraargumentar, validar, ejemplificar, responder, matizar, etc.) tiene cabida en el aula. Desde mi experiencia puedo asegurar que esta actividad que acabamos de destripar es una de las que mayor participación provoca.

¿Qué os ha parecido? ¿Tenéis algún factor más al que prestáis atención para facilitar y aumentar el nivel de participación?

Actividades similares:

Tareas finales de cualquier unidad de Aula internacional Plus.

Bibliografía

Oxford, R. L. (2016). 2 Toward a Psychology of Well-Being for Language Learners: The ‘EMPATHICS’Vision. In Positive psychology in SLA (pp. 10-88). Multilingual Matters.

Johnson, D. W., Johnson, R. T., & Holubec, E. J. (1999). El aprendizaje cooperativo en el aula.

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